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Colaboraciones
GOYA Y LA DUQUESA DE ALBA
Por Francisco Hernández Sánchez
Los Duques de Alba
A DUQUESA : Doña María del Pilar Teresa Cayetana de Silva y Alvarez de Toledo, XIII Duquesa de Alba ( 1762-1802 ) heredó el título de su abuelo D.Fernando de Silva. María del Pilar se quedó huérfana de padre a los ocho años. Su madre, María Ana , viuda muy joven, se casó dos veces más, primero con el conde de Fuentes y después con el Duque del Arco. La niña, desatendida por la madre se crió con su abuelo paterno.
EL DUQUE : Don José Álvarez de Toledo y Gonzaga, marqués de Villafranca del Bierzo y duque de Medina sidonia ( 1756-1796)
El enlace entre ambos tuvo lugar en 1775, cuando ella contaba 13 años de edad y el 19. Era un enlace conveniente para ambas familias, en primer lugar para preservar los dos ducados más importantes de España, el de Alba de Tormes y el de Medina Sidonia, además de reunir dos grandes patrimonios. Pero no tuvieron hijos, por lo cual, no se consiguió este objetivo. Tras la boda, Don José pasó a ser duque de Alba consorte.
Los jóvenes duques son retratados como titulares de la casa de Alba por el pintor sueco Adolf Wertmüller.
La duquesa fue elogiada apasionadamente por sus contemporáneos, españoles y extranjeros y por los poetas de su tiempo. Estas descripciones, nos dan idea de una mujer en la que se aúnan la belleza la gracia y el ingenio, con la bondad y la generosidad. A través de anécdotas y referencias de cartas de la época, se hace evidente que la duquesa se comportaba con una cierta libertad que chocaba con las costumbres de la sociedad aristocrática de su tiempo , lo que se ha achacado a su educación de niña única consentida y mimada por su abuelo.
La duquesa era la dama española con más títulos después de la reina María Luisa, siendo solo equiparable entre la nobleza a la duquesa de Osuna. La hermosura de la duquesa quizá fuese uno de los motivos de los celos y envidia de la poco agraciada reina María Luisa cuya enemistad hacia la de Alba está documentada en cartas a Godoy. Afable, de buena figura , airosa, jovial ,aficionada a vestirse de maja , a la ópera y a la tonadilla , en su palacio de la Moncloa ( hoy presidencia del Gobierno) , con un grupo de amigos íntimos, se organizaban tertulias, y se representaban obras teatrales con ella misma de protagonista . Entre sus amistades estaban los mejores poetas españoles de la época, como Meléndez Valdés, Arriaza o Quintana , quienes le dedicaron poesías que celebraban a la duquesa. “La de Alba”, fue retratada por distintos artistas a lo largo de su vida, pero ninguno de ellos equiparable a Goya ( figura 2 )
Goya y los duques de Alba
Goya debió conocer a los duques de Alba en la década de los años ochenta, a quienes fue presentado por los duques de Osuna para los que había trabajado . Es probable así mismo que Goya conociese directamente al duque, puesto que era miembro de la Academia de San Fernando . Lo cierto es que Goya empezó a trabajar para los duques de Alba hacia 1794 .
El duque, según testimonios de su época , era un verdadero intelectual, amaba la vida tranquila y la música y se sabe que tocaba el violín. La vida de los duques era tranquila y rutinaria salvo en algunos viajes que emprendían a sus propiedades. En 1795, cuando los retrató Goya, los duques estaban ocupados en la terminación de su nuevo palacio de Buenavista ( está en la plaza de Cibeles, hoy es Cuartel General del Ejército )
El primer documento en que se nos informa de que el pintor y la duquesa se conocían personalmente, es la carta de Goya a su amigo de Zaragoza Martin Zapater en la que cuenta que la duquesa fue a su estudio para que le maquillase la cara. Es una carta de 1794, en la que, en tono divertido , Goya dice :
“Mas te balía venir a ayudar a pintar a la de Alba que ayer se metió en el estudio a que le pintase la cara y se salió con ello; por cierto que me gusta más que pintar en lienzo, que también la he de retratar de cuerpo entero y bendrá apenas acabe yo un borrón que estoy aciendo de el Duque de Alcudia a caballo..
Al referirse a su estudio no está claro si Goya se refiere al de su propia casa o al que le habilitaron los duques, para los que ya trabajaba, en su nuevo palacio. Probablemente, la duquesa necesitó el maquillaje para una ocasión especial, quizá una recepción o un baile en palacio.
Figura 2. Galería iconográfica de la duquesa de Alba. Obras de : a) Joaquin Inza (atribuido), Fundación Casa de Alba, Madrid Palacio de Liria, b) Mariano González de Sepúlveda, dibujo, Colección de los marqueses de Argüeso , c) Agustín Esteve ( atribuido ), miniatura, Antigua colección Ezquerra del Bayo , y d) miniatura al pastel de autor anónimo, Herederos de Tomás de Berganza ( los tres últimos publicados por Ezquerra del Bayo, 1928 ).
En 1795, Goya realizó para los Alba varios retratos de tipo “oficial” : los del duque, uno de cuerpo entero, hoy en el Museo del Prado y otros dos de media figura ( en el Art Institute de Chicago,y en la colección de los duques de Sueca), así como el de la duquesa de Alba de blanco , del palacio de Liria de Madrid . También realizó otro retrato relacionado, el de la madre del duque , Dña. María Antonia Gonzaga, marquesa viuda de Villafranca ( Figura 3 )
Los retratos del duque de cuerpo entero y el de la duquesa, aunque considerados como pareja, por sus medidas casi iguales, no debieron serlo, dado que el del duque era originalmente más estrecho, añadiéndose unas tiras a cada lado a mediados del siglo XIX .Por otra parte, comparando ambos cuadros, expresan una idea compositiva diferente, el del duque en un interior del palacio y el de la duquesa al aire libre. No hay relación entre ellos, debieron ser pensados para ámbitos distintos.
Los retratos del duque
En el retrato del Prado, de cuerpo entero ( figura 4 ),muy el duque es presentado en un interior sobrio, probablemente su despacho privado, con un cortinaje verde y una elegante mesa de gabinete (no está claro que sea un fortepiano como se ha dicho repetidamente ) sobre la que se acoda con naturalidad, lo que le confiere un carácter íntimo y privado, y en el que se nos muestran sus aficiones principales : la música y la equitación. Un elemento de interés es la partitura, en la que podemos leer “ Cuatro canciones con acompañamiento de fortepiano del señor Haydn” , que sostiene en sus manos y que hace referencia a su afición por la música .La presencia de la partitura no es casual, el duque se muestra como un personaje aficionado a la música culta y capaz de leer e interpretar la música de quien era considerado el compositor más importante del momento en Europa . Su inclinación hacia la música se refuerza por la presencia sobre la mesa de un instrumento de cuerda, una viola o violín. Por otra parte, el traje de montar y las botas que lleva y el sombrero sobre la mesa evidencian su afición por la equitación.
Tratándose de un retrato oficial, Goya crea un tipo de composición nueva, con clara influencia del retrato inglés. A través de los elementos que le acompañan nos define al personaje , un noble que cultiva el espíritu, pero que también hace ejercicio, un verdadero caballero. El duque, en actitud elegante y distendida que refleja su carácter sereno , con el cabello empolvado a la moda, muestra un rostro de mirada viva e inteligente y unas manos delicadas y nerviosas. La luz desempeña en el retrato un papel esencial ya que le ilumina profundamente desde fuera del cuadro resaltando su rostro .El cuadro está realizado a base de gruesas pinceladas, cargadas de pigmento, con las que Goya construye las formas y sugiere la materia.
Goya volvió a retratar al duque de Alba , probablemente a finales de 1795 ( figura 5 ). Está sentado, de medio cuerpo, con peluca empolvada de bucles a ambos lados, vestido con una casaca oscura, casi negra y con chaleco de anchas rayas gris y blanco plateado y luciendo dos condecoraciones, la Orden de Carlos III y el Toisón. Es un retrato en el que se subraya aún más el carácter oficial, con sus principales condecoraciones, manifestando la dimensión pública del retratado.
Figura 5. El marqués de Villafranca y duque de Alba .Chicago, Chicago Art Institute. ( una réplica en la colección de los duques de Sueca )
El retrato de la duquesa , vestida de blanco.
En los retratos femeninos de Goya ,el pintor va más allá de una simple representación de la modelo. Son retratos de gran riqueza psicológica, en los que se nos muestra, gracias a su actitud corporal, y especialmente a la mirada que nos dirigen , a una mujer con fuerte personalida . Según la fecha de inscripción, Goya pintó este primer retrato de la duquesa en 1795, probablemente en primavera , dado el tipo de vestido que lleva la modelo. Goya está aquí más cercano al neoclasicismo, como inspirado en la estatuaria antigua, por la blancura, verticalidad y la posición frontal de la dama, que le dan el carácter de una estatua. ( figura 6 ).
El vestido que lleva la duquesa no es un vestido corriente, y ha sido estudiado con detalle. Es un vestido blanco con lunares, sujeto a la cintura con una ancha banda de color rojo, anudada a la espalda con un gran lazo, reflejo de la moda francesa , que la duquesa sin duda conocería a través de su círculo de amistades. De manga larga y ajustada hasta la muñeca ,cubre los pies de la dama ,no dejando ver sus zapatos. De corte muy elegante, subraya la finura del cuerpo de la duquesa .
Otros adornos son el lazo sobre el pecho, intencionadamente colocado sobre su corazón, y la escarapela del tocado, también de color rojo . Y los pendientes, formados por un brillante en el centro rodeado de otros más pequeños , un collar de gruesas cuentas de coral de doble hilo y dos brazaletes en el brazo izquierdo.
Hay que destacar es el gesto, elegante y autoritario, que expresa al mismo tiempo distanciamiento y poder, condición asociada a su posición aristocrática reflejada en el título de nobleza que aparece en la dedicatoria de Goya, en el suelo : “A la Duquesa/de Alba/Fr.co de/ Goya 1795”
El perrito que la acompaña, vemos que lleva un lazo rojo en su pata trasera , a juego con los de la duquesa, que le señala también como miembro de su casa .
En los brazaletes de su brazo izquierdo se representa la unión con su marido. El que lleva en la parte alta del brazo está formado por dos óvalos unidos entre sí , de oro y esmalte negro, cada uno con la inicial S y T ( de los apellidos Silva y Toledo de ella y su marido ). En la muñeca, junto a una cadena de oro labrado a modo de pulsera, luce otro brazalete de oro con un único disco central en el que aparece grabado un anagrama con letras también entrelazadas, formado con las iniciales de ella y del duque : JMTS ( o sea José María Toledo y María Teresa de Silva ). Se trata de una joya de carácter heráldico que hace clara referencia a la unión con su marido, lo que evidencia no solo la relación entre ambas casas nobiliarias, sino el amor que la duquesa tenía al duque.
Como comentaremos después, y dejando aparte las leyendas , la duquesa, más allá de posibles veleidades juveniles debió de admirarle y quererle, aunque su carácter alegre y expansivo pudiera chocar con la personalidad tranquila y reservada del duque.
El retrato nos muestra a una dama de gran atractivo, percibiéndose su fuerte personalidad. No muestra exactamente una belleza clásica, sino especial, marcada por un rostro fino y ovalado, una nariz bien dibujada ,con cejas muy marcadas y una espectacular cabellera larga rizada. No cabe duda que Goya se sentía fascinado por la personalidad y el físico de la duquesa, como podemos comprobar contemplando este retrato.
Goya aplicó su técnica más refinada en la representación de la materia, en la delicadeza del vestido, en los lazos de seda roja y en las joyas, y en los detalles del rostro y de las manos. Realizado con pinceladas suaves, con algunos toques a la manera de Velázquez , en determinadas zonas, como en la cenefa dorada del vestido. Goya utilizó una pincelada mas suelta en el perrito blanco, representando un pelaje suave y revuelto.
El entorno, al aire libre es un paisaje no identificado, quizá inventado por Goya, aunque recuerda a los paisajes de las orillas del Manzanares Una interpretación es que la duquesa no señale con su gesto a la inscripción de Goya en el suelo sino, que su mano firme adelantada , con ademán de poder, apuntaría a sus tierras. Se ha especulado sobre el destino de este retrato, sugiriéndose que podría estar destinado a presidir el salón principal de su palacete de la Moncloa , cuyo interior fue renovado por la duquesa en estilo neoclásico de gran sencillez y pureza ,en donde celebraban las tertulias con sus amigos.
La dedicatoria en el suelo de Goya a la duquesa de alba en este retrato es algo poco corriente en sus retratos femeninos de encargo , y supone un homenaje del pintor a la belleza, la gracia y elevada alcurnia de la dama .Con este retrato, Goya se equipara como pintor a los poetas que escribieron y dedicaron sus versos a la duquesa.
Los cuadros de “La Beata”
Existen dos pequeños cuadros de gabinete ( figura 7 ) que probablemente Goya pintó a partir de escenas presenciadas por él mismo ,dado que ya disponía de un estudio en el palacio de los duques y tenía acceso a la intimidad de la vida en el palacio. Son “ La duquesa de Alba y la Beata “ y “La Beata y los niños María de la Luz y Luisito Berganza “ dos obras que destacan por su espontaneidad y en las que Goya prescinde de la descripción del lugar y del ambiente, resuelto aquí con un juego de luz.
En el primero, vemos a la duquesa de espaldas, identificable por su cabellera negra rizada, asustando juguetona a su camarera Rafaela Luisa Velázquez, apodada ” la Beata” por su religiosidad, con un dije de coral, del que “la Beata” se defiende blandiendo un crucifijo. El cuadrito refleja el carácter alegre y algo infantil de la duquesa. El lienzo fue legado por la duquesa a su mayordomo Don Tomás Berganza.
En el otro, vemos a dos niños, la negrita María de la Luz, adoptada por la duquesa y al hijo de su mayordomo Luisito Berganza que jugando, tiran de la falda de la camarera. Ambos cuadros muestran la grandeza de Goya en los temas supuestamente menores.
El retrato de la duquesa de negro
A finales de mayo de 1796, los duques se encontraban en Sevilla, cuando el duque se puso enfermo e inesperadamente murió . La duquesa, tras la muerte de su esposo, se retiró a su palacio de Sanlúcar de Barrameda y allí fue Goya para pintar su retrato vestida de negro con mantilla ( figura 8 ), fechado por el artista en 1797. La duquesa no regresó a Madrid hasta diciembre de 1799. En su retiro, estuvo fielmente acompañada por algunos familiares, entre ellos su hermanastro Don Carlos Pignatelli. Según la correspondencia de éste hacían allí una vida retirada y triste. En una carta al duque de Granada , hay una posdata, de mano de la propia duquesa en la que se refleja la estrecha unión entre la duquesa y su marido:
“ Querido primo y amigo el dolor que despedaza mi corazón no me permite el escribir pero si espero que en mí reunirás la confianza y amista que tenias con mi nunca bien ponderado Pepe. compadecemé y manda cuanto quieras a la mas desgraciada de cuantas an nacido.
J.M.a Teresa ”
La carta es reveladora del estado de abatimiento de la duquesa ante la repentina muerte de su esposo y del abatimiento que esta pérdida produjo en su ánimo. Su “nunca bien ponderado Pepe”, había sido sin duda el gran apoyo de su vida desde su boda siendo una niña de trece años.
No hay documentos sobre este encargo . Se sabe que el retrato aparece en el inventario de los bienes de Goya a raíz de la muerte de su mujer Josefa Bayeu en 1812, para la partición de los bienes con su hijo Javier. Al parecer, este fue el último trabajo de Goya para la duquesa .
El retrato es también , como el de blanco, un retrato al aire libre, probablemente en sus tierras de Sanlúcar, y señalando con su brazo hacia ellas. Es un retrato singular, enérgico, con dos elementos sorprendentes, la inscripción “solo Goya “ en el suelo y la presencia de los nombres “Alba “ y “Goya “ que aparecen en las sortijas que lleva la duquesa , lo que ha contribuido a reforzar la leyenda de una relación amorosa entre ellos, como luego discutiremos.
La duquesa en este retrato, aparece melancólica , con la mirada casi triste. Vestida a la española, de negro , con una chaquetilla corta de color dorado , una ancha faja de seda roja y una mantilla negra .Lleva un lunar postizo sobre la sien que podría tratarse de un parche curativo.
Técnicamente, es un retrato muy distinto al de blanco. Hay que pensar que Goya evolucionó constantemente a lo largo de su vida hacia una mayor libertad y fuerza expresiva. Pintado con técnica fluida y transparente, actúa con trazos enérgicos de pincel, empastados y precisos , con abundantes toques con la punta del pincel en detalles del traje. Un retrato de tanta perfección y sabiduría tuvo que ser apreciado por la duquesa, y tal vez, por eso señala a la firma del pintor. Quizá debamos interpretar el “solo Goya “ en el sentido de que solo Goya en ese momento, en España era capaz de hacer un retrato tan magistral.
A diferencia del retrato de blanco, que ha pertenecido siempre a la Casa de Alba, el retrato de negro cambió de manos en varias ocasiones. Javier Goya lo vendió al barón Taylor que lo llevó a Francia para la colección de Louis Philippe, colección que se dispersó en Londres en 1853 . De ahí pasó por varios coleccionistas, hasta que Archer Huntington lo adquirió en 1908 para la Hispanic Society de Nueva York, en donde está actualmente. Tuvimos ocasión de ver ambos retratos juntos en la exposición “El Retrato Español. Del Greco a Picasso”, celebrada en el Museo del Prado hace pocos años.
La duquesa en el Album de Sanlúcar
Se llama así un álbum con dibujos de Goya quizá del verano de 1796, inmediatamente después de la muerte del duque de Alba. Este conjunto de dibujos se ha situado en el periodo que Goya pasó en el palacio de la duquesa en Sanlúcar de Barrameda. En algunos de ellos se reconoce claramente a la duquesa. En uno de los dibujos la duquesa está en posición frontal mientras que en otro se la ve envuelta en un amplio manto. En otros dibujos del álbum está sentada con la negrita María de la Luz en actitud entrañable, o arreglándose el cabello ( Figura 9) . Son dibujos tomados del natural , realizados con tinta aguada, muy espontáneos, en los que verdaderamente puede reconocerse a la duquesa. Hay otros dibujos en este álbum en los que aparecen mujeres ligeras de ropa, captadas en la intimidad y en actitudes de gran libertad , que han sido considerados por algunos autores como tomados de las sirvientas de la duquesa en Sanlúcar o incluso de la propia duquesa. Sin embargo, la identificación no es clara. En el entorno en que aparecen, hacen pensar más bien en lugares como tabernas o casas de citas de Madrid ya que sus actitudes son totalmente impensables en el entorno aristocrático de los de Alba y con la presencia de sus acompañantes , de su pequeña corte en Sanlúcar.
La duquesa y el capricho “Volaverunt”
Hay un grabado de Goya, de la serie de los “Caprichos” en el que vemos a una joven volando sobre unas brujas, que Goya tituló “Volaverunt” o sea “volaron “. Algunos autores que apoyan la idea de que hubo una relación entre Goya y la Duquesa de Alba piensan que representaría a la duquesa como una mujer insconstante que abandonó la supuesta relación con Goya y que éste con la palabra “volaron” se referiría a que los sentimientos de la duquesa hacia él “volaron” o sea desaparecieron y la mariposa en la cabeza de la figura representaría la inconstancia de la dama… Pero esto no deja de ser una interpretación romántica , una leyenda más.
Muerte de la duquesa de Alba
La duquesa murió repentinamente, por “fiebres” en 1802, con 40 años, en su palacio de Buenavista de Madrid. Se ha especulado que quizá fuese envenenada por Godoy de acuerdo con la reina Mª Luisa , sus enemigos… y que entraron en el palacio y le robaron sus joyas . Lo que sí es cierto es que el palacio de Buenavista fue expropiado y pasó a ser propiedad de Godoy en 1807, con su contenido, incluyendo joyas de la duquesa y cuadros como “La Venus del Espejo” de Velázquez. Con respecto al palacete de la Moncloa, fue también expropiado por Carlos IV, y pasó a formar parte de los reales sitios.
El proyecto para el monumento funerario de la duquesa
Goya realizó un proyecto para el monumento funerario de la duquesa. Existen dos dibujos ( figura 10 ) que se creen de mano de Goya .En uno se representa un busto de la dama sobre una lápida de mármol, mientras que en el otro, más complejo, se representa una escena de dolor y abandono, con el cuerpo de la duquesa vestido con un ropaje clásico sostenido por tres figuras envueltas en mantos con la cabeza cubierta, como preparando su cuerpo para el sepulcro, ante una pirámide . Ella está representada joven, los ojos cerrados , con el rostro ovalado y sus cejas tan características . Se cree que este fue el proyecto elegido para el monumento definitivo sobre su tumba en la Iglesia del Salvador lamentablemente derribada en el SXIX, por lo que no se sabe si se llevó a cabo.
El 17 de noviembre de 1842, los restos mortales de la duquesa se trasladaron desde su sepultura original en la capilla de los Alba en la Iglesia del Salvador al cementerio de la Sacramental de san Isidro. En 1945 el cadáver de la duquesa fue exhumado por segunda vez y sus restos sometidos a una autopsia. Se concluyó que había muerto debido a una meningoencefalitis de origen tuberculoso ( Lo que descartó que hubiera sido envenenada por Godoy siguiendo instrucciones de la reina Mª Luisa de las leyendas que rodean a la duquesa ).
Una vez muertos la duquesa, se dispersaron sus títulos nobiliarios. Los del duque ya habían pasado en su día a su hermano Francisco de Borja Alvarez de Toledo y Gonzaga. Los de la duquesa pasaron a un primo segundo de esta, Carlos Miguel Fitz-James y Silva, duque de Berwick y de Liria de donde proceden los Alba actuales, que vivían en el palacio de Liria de Madrid
En su testamento la duquesa dejó sus bienes a su hermanastro Carlos Pignatelli de Aragón y Gonzaga, y gratificaciones y pensiones vitalicias para sus sirvientes, especialmente para Don Tomás de Berganza y para la negrita María de la Luz .
La leyenda y la realidad: ¿Hubo una relación amorosa entre Goya y la duquesa de Alba ?
Existe una leyenda romántica, sobre una relación amorosa entre la duquesa de Alba y Goya, sin que hasta el momento existan realmente documentos en que apoyarse ( Mena Marqués ). Esta leyenda ha sido fomentada por la literatura y el cine y ha calado en el aprecio popular. La leyenda parte de que la duquesa era más bien una mujer libertina con numerosos amantes, incluidos los toreros de la época. En relación a Goya, la leyenda llega hasta el extremo de identificar a la duquesa de Alba con la “maja desnuda” o con algunas de las jóvenes medio desnudas representadas en los dibujos del álbum de Sanlúcar. También , la volubilidad amorosa de la duquesa, se ha relacionado con algunas estampas de “Los Caprichos”, especialmente con “ Volaverunt” que representaría la inconstancia de la duquesa y los dolidos sentimientos de un Goya amado y luego rechazado. Otros argumentos a favor de esta relación serian los cuadritos de Gabinete con su criada “La Beata “ que apoyarían la idea de intimidad con la duquesa, que habría permitido al pintor captar la vida privada y cotidiana en el palacio de la dama y más tarde en el palacio de Sanlúcar de Barrameda. Así mismo, los dos retratos de cuerpo entero y en especial el de negro, por la inscripción “solo Goya” y los nombres “ Alba” y “Goya” en las sortijas que luce la duquesa ,han sido considerados indicios que han apoyado la idea de una relación amorosa entre ambos, no rotundamente negada, incluso por autores serios como Glendinning o Bozal, entre otros.
Pero, seamos serios, no parece que estos indicios sean elementos suficientes para sostener esa tesis, que es probablemente solo una leyenda. Una leyenda que alcanza incluso al nombre de la duquesa, dado que su nombre completo era María Teresa del Pilar Cayetana. Nunca fue conocida en vida por el nombre de Cayetana , nombre castizo , más acorde con su leyenda de amante de toreros , ni firmó cartas o documentos, sino con el de María Teresa. Entre los argumentos en contra de esa supuesta relación están la desigualdad de clases y de educación entre ambos. Y también la edad de Goya , con casi cincuenta años en esa época y su sordera.
Por otra parte, un autor como Matheron, que para su libro sobre Goya de 1858 se había documentado con noticias de primera mano obtenidas en el entorno de los amigos y familiares del pintor en Burdeos y en Madrid , a pesar de algunas exageraciones, resulta ser el más sensato de quienes han escrito sobre el pintor y la duquesa y no hace alusión en ningún caso a la leyenda romántica de una relación amorosa entre ambos, sino que refiere con naturalidad la admiración de ella por el trabajo de Goya y el interés de este por servir en una casa tan importante por los beneficios que le podía reportar.
Es cierto que el artista acompañó a la duquesa en los meses que siguieron a la muerte del duque en Junio de 1796, pero no hay base documental alguna de que existiera una relación amorosa entre ellos en Sanlúcar, dada la situación de la duquesa , afectada tras la muerte del duque, y con la presencia de sus familiares, del administrador y el bibiotecario y los demás sirvientes. Con respecto al famoso retrato en negro , cabe pensar que la inscripción “solo Goya “ indique solamente lo que ya hemos mencionado, que solo él era capaz de realizar un retrato así , lo que coincidiría con su alto nivel de autoestima como pintor. Y, con respecto a la inscripciones de las sortijas, hay autores ( Mena Marqués ) que consideran que no son de mano de Goya ,sino que fueron añadidas antes de su venta en París, a finales del siglo XIX. Otros, como Baticle consideran que la duquesa simplemente tenía una colección de sortijas con los nombres de sus amigos y protegidos que combinaba con la suya.
Por otra parte, no existen cartas cruzadas entre ellos, ni referencias contemporáneas de amigos o sirvientes que permitan suponer una relación más profunda e íntima que la del mecenazgo natural y aristocrático que ejerció la duquesa hacia el pintor, como con otras figuras de su tiempo. Que la duquesa apreciaba a Goya lo prueba que en su testamento ológrafo en Sanlúcar, de febrero de 1797 incluyó entre sus herederos al hijo del artista con un pequeño legado vitalicio de 10 reales diarios. Hasta el momento, por lo tanto debemos ser prudentes y negar que existiese una relación amorosa entre Goya y la duquesa. Lo que no quiere decir que no existiese una relación especial entre ellos, que debe examinarse empíricamente, a la luz de los hechos contrastados .
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