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Colaboraciones
Guitarra
Por José María Muñoz Quirós

l Barraco tiene el sonido de la guitarra disuelto en el viento.
Estos días más que nunca, dentro del festival que en el ciclo de
conciertos homenaje a Áureo Herrero se celebra en esta localidad
próxima a la capital. He podido observar, en la jornada de inauguración,
el nivel de acercamiento que tiene el pueblo con la cultura. Iniciamos
el acto de homenaje a Antonio Machado en Castilla con el
silencio cerrado del público que, en la sala esperaba la palabra
y la música de la guitarra con verdadero fervor e interés. Acostumbrar
a la gente a escuchar música, a emocionarse con el sonido que la
guitarra despierta en nuestros corazones es una forma de diálogo
secreto con la tierra, con las raíces, con la evolución de la forma
de escuchar que se va desarrollando a través de una prolongada y
continua labor que ahora se ve culminado.
En este verano se celebra el ciclo número doce, y allí se dan cita
verdaderos maestros de ese arte. La cuerda, el leve sonido que provoca
su rasgueo y su presencia en el aire como una delicada permanencia
de un lenguaje nuevo y diferente, la emoción con la que transforma
cualquier sentimiento hasta conseguir hacerlo nuestro, todo ello
se da cita en esta localidad por obra de la memoria de un gran músico,
por que una asociación cultural se ha empeñado en hacer de esta
comunicación una forma peculiar y propia de expresarse.
Es una verdadera sorpresa encontrarse en lugares como El Barraco
tanta y tan buena programación musical, sentir que también las localidades
más pequeñas pueden, por empeño de unas cuantas personas, ofrecer
a todo el que se acerque hasta ese lugar un manojo de buenos conciertos,
una actividad pensada y planificada con el sentido común de hacer
importante lo que es importante, dotar de categoría a cuantas actividades
surjan dentro de un conjunto de ideas que giran entorno a un mismo
eje: la guitarra, el violín, el vilonchelo, la creación puesta al
servicio de la belleza.
Acostumbrar a los ciudadanos a frecuentar, como una costumbre fiel,
a los grandes músicos que son interpretados en los distintos conciertos,
a escuchar la palabra poética como ocurrió el pasado miércoles,
y todo ello desde el respeto y la absoluta generosidad que el arte
siempre precisa, todo ello como manifestación del sentir de un pueblo
que se aproxima a los creadores con el corazón abierto, es una lección
de civismo, de tolerancia y de acercamiento a los grandes valores
que persigue el hombre en su quehacer y en su vivir.
El Barraco nos da este ejemplo a ritmo de guitarra cuando el viento
nos trae el arrullo adormecido de una melodía callada.
Publicado en el Diario de Ávila, el 19 de Agosto de 2007
José María Muñoz Quirós

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