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Colaboraciones
ESTUDIO ICONOGRÁFICO SOBRE SAN
LEANDRO Y SAN ISIDORO DE SEVILLA
Por Francisco Hernández Sánchez
l objetivo de este trabajo es llevar a
cabo una revisión iconográfica sobre
San Leandro y San Isidoro de Sevilla,
desde sus primeras representaciones, a
finales del siglo XII, hasta el siglo XIX.
Los tipos iconográficos, y los atributos
que portan estos santos, están claramente
relacionados con su significado religioso
y político en la Alta Edad Media
hispana, en el periodo visigodo, entre
los siglos VI y VII.
Para llevar a cabo este estudio, se
han consultado fuentes como los “Milagros
de San Isidoro” de Lucas de Tuy,
tal y como nos la traslada Don Julio
Pérez Llamazares en su libro “Vida y
Milagros del Glorioso San Isidoro, Arzobispo
de Sevilla y Patrono del Reino
de León”, y una bibliografía que incluye
textos de iconografía clásicos, como el
de Louis Réau, libros dedicados específicamente
a edificios vinculados a estos
santos en las ciudades de Sevilla o
León, así como artículos específicos que
analizan algún aspecto fundamental
asociado a estos santos ó a alguna obra
de arte en concreto. También se ha llevado
a cabo una búsqueda de imágenes
de ambos santos en libros, catálogos de
exposiciones y especialmente en Internet
ya que consideramos que en un estudio
iconográfico las imágenes constituyen
fuentes fundamentales.
Introducción. San Isidoro y San
Leandro
Los siglos VI y VII, bajo la monarquía
visigoda, fueron de vitalidad y florecimiento
cultural, de actividad legislativa
y política de gran importancia.
Constituyen un periodo de continuidad
con la época tardo-romana en muchos
aspectos, pero al mismo tiempo, significan
una transformación determinada por
la progresiva influencia de la Iglesia en
todos los ámbitos. San Leandro y su
hermano San Isidoro jugaron un papel
decisivo en esta época tanto a nivel
político como religioso.
Comencemos por San Isidoro. No
disponemos de muchos testimonios sobre
su personalidad. Ni él ni sus contemporáneos
nos han dejado un retrato
completo del ser humano, sino más bien
de la alta calidad de sus obras. No existe
una biografía antigua del santo, lo que
sorprende, dada la importancia del personaje.
Fue colaborador y amigo de
reyes, mentor y guía de la Iglesia de su
tiempo, y autor de obras tan relevantes
que han trascendido la época para la que
fueron creadas.
Sin embargo disponemos de dos noticias
biográficas contemporáneas1. La
primera de ellas es la “Renotatio” de
Braulio, obispo de Zaragoza, uno de los
mejores amigos de Isidoro, por el que
sentía profunda devoción.
Braulio lo
presenta como el último de los grandes
escritores y pensadores de la Iglesia universal,
situando al santo en un rango
excepcional de la creación literaria latina
de todos los tiempos. En resumen,
retrata al santo, y amigo, como dotado
de una gran elocuencia y un saber profundo.
La segunda es la debida a Ildefonso,
metropolitano de Toledo, y forma
parte de un tratado conteniendo una
serie de biografías de varones ilustres
(“De viris illustribus”). De Isidoro nos
dice que destacaba por su distinción y
por su talento, que tenía gran facilidad y
fluidez en el hablar, y una gran riqueza
de expresión. Como Braulio, destaca su
seductora elocuencia y además añade
que era de porte atractivo. Probablemente,
era de estatura superior a la media
y delgado de cuerpo. Otra fuente
contemporánea es una breve “noticia”
sobre los últimos días del santo, obra de
Redempto, diácono de la catedral de Sevilla. Redactada en forma de carta va
dirigida probablemente a Braulio de
Zaragoza, y en ella narra su ejemplar
tránsito tras una larga enfermedad.
San Isidoro nació posiblemente en
Sevilla, aunque otros autores señalan a
la ciudad de Cartagena como su lugar
de nacimiento, y con seguridad antes
del año 570, ya que según la legislación
canónica vigente entonces, debía tener
al menos 30 años para poder ser ordenado
obispo, lo cual ocurrió en el 601,
cuando sucede a Leandro en la sede
hispalense. La fecha de su muerte sí se
conoce con certeza: el 4 de abril de 636.
Es probable que él y los suyos, establecidos
en Cartagena, se vieran obligados
a emigrar cuando los bizantinos,
presentes en la franja costera de la
península, conquistaron la ciudad en el
560. Su familia era de origen hispanoromano,
rica e influyente en la comunidad.
Hijo de Severiano, probablemente
sus padres murieron siendo aún niño,
quedando al cuidado de sus tres hermanos
mayores: Leandro el mayor, Florentina
la segunda y Fulgencio el tercero.
Todos ellos entregaron su vida a la Iglesia,
de modo que se les conoce como los
cuatro Santos Hermanos, especialmente
en Cartagena, su ciudad de origen. San
Leandro y San Isidoro fueron obispos
de Sevilla, San Fulgencio obispo de
Écija y Santa Florentina superiora de un
cenobio femenino.
Isidoro vivió en Sevilla bajo la tutela
de su hermano Leandro, ya obispo, que
le consideraba por la diferencia de edad
como a un hijo. Allí recibió su formación,
en la escuela episcopal adjunta a la
Iglesia.
Leandro supervisó su educación intelectual
y moral. Su formación fue amplia
y completa. Tal y como hemos
apuntado antes, sucedió a su hermano
San Leandro en la sede hispalense en el
año 601. Está documentada también su
participación como obispo en el sínodo
de Toledo de 610 y especialmente en el
IV Concilio de Toledo de diciembre de
633, que presidió como el más antiguo
de los metropolitanos hispanos.
Fue un intelectual completo, un erudito
conocedor de la cultura antigua y
de la doctrina de los Padres de la Iglesia.
El santo, con sincera humildad de
autor, y con cierto distanciamiento, consideraba
a sus obras piezas irrelevantes
con las que quería prestar un servicio a
los demás. Es en ellas donde se refleja
lo más íntimo de su personalidad: su
fidelidad a la verdad, su preocupación
por una vida espiritual sana en los demás,
íntegramente vivida por el autor, y
su espíritu de sacrificio, de mortificación
y de renuncia2. Su ingente producción
escrita ha de ser entendida como
una obra pastoral, como un intento de
procurar a sus fieles unos manuales
concisos, claros y seguros en todas las
materias imaginables: Teología, Comentarios
bíblicos, Historia, Historia
Natural, hasta una Enciclopedia con las
“Etimologías”. Gracias a él, la Hispania
cristiana iluminó con su doctrina a Occidente.
Otro aspecto que destacar en relación
a san Isidoro es que fue autor de una
verdadera regla para uso de los monjes,
y monjas, no sólo de su diócesis, sino de
“Hispania” entera.
Utilizando un lenguaje accesible,
ofrecía una serie de normas deliberadamente
más laxas que las antiguas para
que todos pudieran observarlas. Vivió el
monacato como una milicia, en la que
los monjes serían los soldados del Señor.
Concede una importancia extrema
a la clausura, de forma que el monasterio
era para él como una fortaleza cercada
de murallas para resistir los ataques
del maligno. Pero también fue importante
en el aspecto político, como
prueba su protagonismo en el IV Concilio
de Toledo, así como asesor y consejero
de reyes y obispos. Concluyendo,
sin duda San Isidoro fue la figura más
importante de su tiempo.
San Leandro, su hermano, es otra figura
prodigiosa de la época. Está documentado
que estuvo en Constantinopla
entre el 572-582, donde coincidió con el
futuro Papa Gregorio Magno, enviado
papal, con el que estableció una relación
amistosa que fue vía de comunicación
entre ambos, de forma que la obra de
Gregorio penetró rápidamente en el reino
visigodo.
Su papel fue fundamental en el combate
de la herejía arriana, defendiendo
la igualdad de substancia en-tre el Padre
y el Hijo. Fue el inductor de la conversión
al catolicismo del rey visigodo Recaredo,
quien se convirtió públicamente
al catolicismo un año después de subir
al trono, en 587. Será también el protagonista
del III Concilio de Toledo, celebrado
dos años después, en el 589, que
supuso la cristianización de todo el pueblo
visigodo.
Aunque no escribió tanto como San
Isidoro, nos ha llegado la homilía que
leyó en el Concilio y la obra “Instrucción
de las vírgenes y desprecio del
mundo” que dedicó a su hermana Santa
Florentina.
Diurnal de Fernando I y Sancha. Retrato de los Reyes, en
el centro posiblemente el autor
Los Reyes Fernando I y Sancha y san
Isidoro de León
El rey Fernando I accedió al trono de
León tras su matrimonio con Sancha.
Pero en el fondo era un extraño que
necesitaba legalizar su acceso al trono.
Su acción política estuvo por tanto condicionada
por esta necesidad de legitimación.
En orden a conseguir este objetivo,
su acción de gobierno se orientó en
un doble aspecto: el reformismo religioso
y el impulso reconquistador del restauracionismo
neogótico3. Tras tomar
posesión del reino, se dedicó a reformar
la Iglesia del reino, incluyendo la ordenación
de nuevos obispos y convocando
incluso el Concilio de Coyanza, en
1055, donde se plasmará la renovación
eclesiástica. Por otra parte, asumió la
ideología de la monarquía leonesa de
restauración del orden gótico (“Neogotización”)
y de recuperación del antiguo
solar hispano (“Reconquista”).
Es en este contexto, cuando surgen
las figuras “necesarias” de los dos grandes
santos protectores de la monarquía:
Santiago y San Isidoro. Así, Santiago
jugará un papel decisivo en la toma de
Coimbra por el rey Fernando en 1064.
El santo actuará como el intercesor determinante
de la victoria, como un “Miles
Christi”, montado sobre un deslumbrante
caballo blanco, iconografía que
quedará vinculada a Santiago a partir de
entonces, configurándose el “Santiago
Matamoros”, figura asociada para siempre
a la Reconquista.
Pero a nosotros nos interesa especialmente
San Isidoro, ya que fue el otro
santo vinculado a la Reconquista. Serán
precisamente los reyes Fernando I y
Sancha los responsables del surgimiento
de San Isidoro en este momento y de su
vinculación, como Santiago, a la acción
reconquistadora frente a los moros. Sin
duda en todos estos hechos hay una
cierta instrumentalización de estas figuras
por parte de la monarquía leonesa,
con el visto bueno del episcopado, como
elementos legitimadores de la Reconquista,
y en el caso concreto de San
Isidoro, con el objetivo de identificar a
la monarquía leonesa con la tradición
hispano-visigoda.
La “invención” de la reliquias de San
Isidoro
Los reyes de León Fernando I y Sancha
están vinculados a la figura de San
Isidoro. Entre las iglesias que estos reyes
favorecieron, la más destacada fue
la de San Juan Bautista y San Pelayo, de
León. Este templo fue reconstruido en
piedra, destinándose a ser panteón real e
iglesia palatina de la corte. En el templo
se veneraban reliquias de la Santa Cruz,
del cuerpo del niño mártir San Pelayo y
de la mandíbula inferior de San Juan
Bautista.
Llevado por su idea de continuar la
Reconquista, los ejércitos del rey Fernando
avanzaron hacia la Lusitania,
llegando a conquistar Mérida. En Sevilla
reinaba el emir al-Mutadid, quien,
ante el avance de las tropas cristianas,
suplicó un pacto al rey. Éste aceptó, a
cambio de fuertes tributos y de la entrega
para su iglesia palatina de las reliquias
de Santa Justa, mártir de época
romana y patrona de Sevilla. Desde
Mérida, el rey envió a Sevilla una embajada
dirigida por dos obispos, Alvito
de León y Ordoño de Astorga. Una vez
en Sevilla, nadie conocía el paradero de
las reliquias de la santa, pero tras solicitar
la ayuda celeste, San Isidoro se apareció
en sueños a Alvito y le dijo que
era voluntad divina que fuese su cuerpo,
y no el de la santa, el que fuese trasladado
a León, asimismo le dijo donde
estaban su sepultura y le anunció su
próxima muerte. Todo se cumplió según
la visión de Alvito: apareció el cuerpo
de San Isidoro, y enfermó y murió el
obispo.
Fue Ordoño de Astorga quien se encargó
del traslado de las santas reliquias
a León. Cabe pensar que, detrás de esta
maravillosa historia, lo que ocurrió probablemente
fue que el cuerpo de San
Isidoro había sido conservado por la
comunidad mozárabe sevillana entre los
siglos VIII y XI.
El relato del traslado se recoge en la
“Historia Silense”, crónica posterior a la
llegada de los restos de San Isidoro a
León. El viaje estuvo acompañado de
una serie de sucesos extraordinarios y
de milagros. Otro relato de la traslación
de los restos de San Isidoro, aún más
amplio, es el que construye don Lucas
de Tuy en su obra “Miraculi Sancti Isidori”
según lo recoge Pérez Llamazares4.
Don Lucas de Tuy (“el Tudense”),
que era de origen leonés y fue canónigo
regular en la Colegiata de San Isidoro
de León, inició su obra hacia 1221/24,
terminándola hacia 1235/ 39.
Colegiata de san Isidoro. León
El itinerario probablemente siguió la
llamada “calzada de la plata”, desde
Mérida a Astorga, que existía desde
época romana, y que pasaba por Salamanca
y Zamora. A lo largo de esta vía
aún se conservan algunas capillas, que
tienen por titular a San Isidoro, como
testigos del paso de la comitiva.
De hecho, en el parque del Retiro de
Madrid, existen unas ruinas, originarias
de Ávila, de una ermita de ese momento
dedicada probablemente a San Isidoro5.
La comitiva llegó a León a mediados
de diciembre de 1063. El 21 de diciembre
se consagró el nuevo templo, y el 22
se celebró la ceremonia litúrgica del
traslado de los restos, hecho acompañado
de grandes celebraciones y de un
espléndido banquete. El templo y monasterio
cambió su nombre, quedando
San Isidoro como único titular. Las reliquias
del santo fueron encerradas en dos
arcas de gran riqueza, la interior recubierta
de láminas de plata y la exterior
de oro.
Tras los expolios de las guerras napoleónicas,
hoy sólo se conserva, aunque
modificada, la interior de plata
(Ilustración 1) y únicamente el alma de
madera de la exterior. Esta arqueta relicario
hoy está vacía, ya que los restos
de san Isidoro se guardaron en un arca
de plata desde el siglo XVII, colocada,
desde entonces, en el altar mayor de la
Colegiata (Ilustración 2). A partir del
traslado de las reliquias a León, el culto
al santo, aunque no canonizado oficialmente,
se extendió y popularizó6.
San Isidoro y la batalla de Baeza
Este episodio es recogido en varias
fuentes medievales, unas más tempranas,
con información prácticamente
coetánea a los hechos, y otras más tardías,
ya del siglo XIII (relatos hagiográficos).
Entre estas últimas está la “Historia
Translationis Sancti Isidori”, que
ofrece un relato expandido y legendario
del episodio, y la ya mencionada de
Don Lucas de Tuy “Miraculi Sancti
Isidori”. ¿Qué sucedió en el sitio de
Baeza? La tradición, según nos transmite
este autor, nos dice que San Isidoro
se apareció en sueños al emperador Alfonso
VII en el cerco de Baeza (1147),
en la campaña para la conquista de Almería.
El santo, vestido de pontifical, le
prometió la victoria y acompañarles “en
la facienda”, asistido por la espada de
Santiago, que traía con él. Y así fue, ya
que el Santo participo en la batalla,
facilitando la victoria de los cristianos.
Tras el triunfo, los caballeros crearon la
“Muy ilustre Imperial y Real Cofradía
del Milagroso Pendón”. La leyenda dice
que allí mismo las damas leonesas, que
acompañaban al ejército, bordaron el
Pendón, que luego se comentará, que
constituye una de las iconografías más
impresionantes de San Isidoro como
obispo-guerrero.
Además de la aparición durante el sitio
de Baeza a Alfonso VII, también se
apareció a los ejércitos cristianos durante
la Reconquista en otras ocasiones:
ayudó a Alfonso VI en la conquista de
Toledo, a Alfonso IX en la de Mérida, y
a Fernando III el Santo en la de Sevilla.
Iconografía
San Leandro y, especialmente, san
Isidoro, han sido representados en numerosas
obras de arte en distintas épocas.
Estas representaciones están vinculadas
a las ciudades de Sevilla, ciudad
de la que ambos fueron obispos metropolitanos,
y de Cartagena, supuestamente
su ciudad de nacimiento. En el caso
específico del segundo, también con la
ciudad de León, en donde se guardan
sus reliquias.
No se conocen representaciones de
estos santos, en la Península, anteriores
al siglo XII. Esto se explica por la dominación
musulmana durante ese periodo.
En León, a partir del siglo XII, comienzan
a aparecer imágenes del santo,
como consecuencia de la expansión de
su culto en los reinos cristianos del norte,
es decir con posterioridad al traslado
de sus reliquias desde Sevilla a León.
Sorprendentemente, no han llegado hasta
nosotros representaciones de estos
santos en Sevilla anteriores al siglo XV.
En relación con San Isidoro y San
Leandro, hemos encontrado diversos
tipos de creaciones artísticas, en todo
tipo de soportes y materiales: escultura
en piedra, en terracota, en madera policromada
y en escayola, tanto en bulto
redondo como en relieve. En pintura,
hemos hallado pintura mural al fresco,
obras al temple sobre tabla, y al óleo
sobre lienzo. También existen dibujos,
grabados, e ilustraciones de códices.
Abundan imágenes suyas en objetos
suntuarios, desde telas bordadas en seda
y oro, a relicarios de materiales preciosos.
Los santos aparecen en portadas de
la Catedral de Sevilla, o de la Real Colegiata
de León, en vidrieras, en retablos
y como imágenes procesionales. La
variedad y riqueza de estas personificaciones
es sorprendente.
En el presente artículo, hemos optado
por una clasificación iconográfica no
cronológica, sino en función del tipo de
representación.
Atributos de San Isidoro y San
Leandro
En general ambos santos, en un primer
tipo de representaciones, aparecen
como Obispos y Padres de la Iglesia,
son santos intelectuales. Así, se muestran
vestidos de obispo, con mitra y
báculo, símbolos de la dignidad episcopal.
San Isidoro generalmente porta un
libro abierto, simbolizando todas sus
obras. San Leandro, especialmente en
época barroca, lleva en la mano un pergamino
con la inscripción “Credite o
gothi consubstantialem patri”, para señalar
su destacado papel en el combate
de la herejía arriana. En ocasiones ambos
aparecen con libros, estando abierto
el de San Isidoro y cerrado el de San
Leandro. Otras veces, el de éste es más
pequeño que el de aquel, como si fuese
un grupo de hojas, esto quizá representaría
una cierta subordinación del segundo
en relación al primero.
Cuando a San Isidoro se le representa
como santo guerrero, aparece vestido de
obispo, a caballo, con una cruz en la
mano izquierda y una espada en su derecha,
en relación con su aparición en la
toma de Baeza por Alfonso VII en 1147.
Tipos Iconográficos: Clasificación
y ejemplos
Presentaremos obras de distintas épocas,
desde finales del siglo XII, hasta el
siglo XIX. Hemos agrupado las iconografías
en cuatro bloques: representaciones
individuales, conjuntas, con otros
santos o escenas de su vida.
Representaciones individuales:
San Isidoro, o San Leandro, como obispos,
Padres de la Iglesia e intelectuales:
-San Isidoro. Letra capital “I” de
“Isidorus”. Códice de San Martino. Con
nimbo de santo. Año 1200. Real Colegiata
de San Isidoro de León (Fig. 1)
-San Isidoro. Altorrelieve sobre
ménsula de cabeza de toro. Piedra. Finales
del siglo XII. Es probablemente la
representación más antigua de San Isidoro.
Portada del Cordero. Real Colegiata
de San Isidoro de León (Fig.2)
Fig.1
Fig.2
-San Isidoro. En actitud de bendecir.
Escultura del siglo XIII. Piedra policromada.
Crucero. Real Colegiata de
San Isidoro de León (Fig. 3).
Fig. 3
-San Isidoro. Sedente, 1892. Escultura
de José Alcoverro. Escalinata. Biblioteca
Nacional de España (Fig. 4).
- San Leandro. Talla de Duque Cornejo.
Madera policromada, 1733-34.
Capilla de San Leandro. Catedral de
Sevilla (Fig. 5).
- San Leandro. Talla de Duque Cornejo.
Madera policromada y láminas de
plata. Hermandad de la Macarena. Sevilla
(Fig. 6).
San Isidoro como soldado de Cristo o
“batallador”. Asociado casi exclusivamente
a la Real Colegiata de San
Isidoro de León:
- Pendón de san Isidoro o de Baeza.
Finales del siglo XII o comienzos del
siglo XIII. Imagen bordada en seda
multicolor y oro sobre damasco. Real
Colegiata de San Isidoro de León
(Fig.7).
- San Isidoro “batallador”. Escultura
del remate de la portada del Cordero,
sobre el escudo real. Siglo XVII. Real
Colegiata de San Isidoro de León
(Fig.8).
- San Isidoro “batallador”. Yesería
policromada. Siglo XVIII. Bóveda del
antiguo refectorio. Real Colegiata de
San Isidoro de León, hoy Salón del
Pendón de Baeza (Fig.9).
- “San Isidoro en la batalla de Baeza”.
Con el rey Alfonso VII en segundo
plano. Óleo sobre lienzo. Anónimo.
Siglo XVII. Real Colegiata de san Isidoro
de León (Fig.10).
- “San Isidoro en la batalla de Baeza”.
Con ángeles portando sus atributos,
libros y la cruz. Grabado (Fig.11).
Representaciones conjuntas:
Formando pareja en el mismo espacio
arquitectónico:
- “San Isidoro” y “San Leandro” de
Bartolomé Esteban Murillo. Pareja de
óleos sobre lienzo. 1655. Sacristía mayor.
Catedral de Sevilla (Figs. 12 y 13).
Formando pareja dentro de la misma
obra:
- “San Leandro y San Isidoro, obispos
de Sevilla”, de Jorge Fernández
Alemán. Madera dorada y policromada.
- “San Leandro y San Isidoro, obispos
de Sevilla”, de Ignacio de Ries.
Óleo sobre lienzo. Catedral de Sevilla
(Fig.15).
Altorrelieve del bancal del retablo mayor,
1512-1517. Catedral de Sevilla
(Fig.14).
Representaciones junto a otros santos:
- Los “Cuatro Santos Hermanos”.
San Isidoro, San Leandro, Santa Florentina
y San Fulgencio. Esculturas en terracota, de Lorenzo Mercadante.
Puerta del Bautismo. Catedral de Sevilla
(Fig.16).
- Los “Cuatro Santos Hermanos”.
Tallas policromadas de Francisco Salzillo.
1755. Iglesia parroquial de Santa
María de Gracia. Cartagena (Fig. 17).
- “San Laureano, San Leandro, San
Isidoro y Santa Florentina”, de Arnao
de Flandes. Vidriera .1544. Catedral de
Sevilla (Fig. 18).
- “San Isidoro” “San Leandro”, “San
Hermenegildo” y “San Fernando”. Tondos
de Bartolomé Esteban Murillo,
1668. Óleo sobre lienzo. Sala Capitular.
Catedral de Sevilla (Fig. 19).
- “San Isidoro y San Leandro con
San Fernando”. Matriz del Sello de Sevilla.
Bronce dorado. Siglo XVI. Ayuntamiento
de Sevilla (Fig. 20).
- “Estandarte o Pendón chico de Sevilla”.
Bordado sobre seda. Siglo XVII.
Ayuntamiento de Sevilla (Fig. 21).
- “San Isidoro y San Braulio”. Miniatura
de un códice de las “Etimologias”
procedente de la abadía de Einsiedeln,
Stiftsbibliothek, Suiza (Fig. 22).
- “San Leandro y San Buenaventura”,
de Bartolomé Esteban Murillo.
Óleo sobre lienzo, 1665-66. Con el pergamino
con la inscripción, y un ángel
portando la mitra. Procedente del retablo
mayor de la Iglesia de los Capuchinos
de Sevilla. Museo de Bellas Artes.
Sevilla (Fig. 23).
Representaciones de escenas relacionadas
con su vida:
- “La Muerte de San Isidoro” de
Juan de Rolelas. Obra de iconografía
compleja, en su parte inferior se representa
el tránsito de San Isidoro mientras
que en la superior se representa el
Paraíso, con Cristo, la Virgen María y
Santos esperando para recibir su alma.
Óleo sobre lienzo, 1613. Altar mayor de la Iglesia de san Isidoro de Sevilla (Fig.
24).
- “Conversión de Recaredo” de José
Martí Monsó, 1862. Palacio del Senado.
Madrid. (Fig. 25).
- “Conversión de Recaredo”, de Muñoz
Degrain, 1888. Palacio del Senado.
Madrid. (Fig. 26).
Comentario de algunas iconografías
destacadas
De entre las imágenes presentadas
anteriormente, nos interesa comentar especialmente
las siguientes:
1. Las imágenes más antiguas que conocemos
de San Isidoro, vinculadas a la
ciudad de León:
En primer lugar, está la miniatura del
Códice de San Martino conservado en el
Archivo de la Colegiata de San Isidoro,
aproximadamente de 1200, a cuyo lado
puede leerse:
“Sermón en el tránsito de San Isidoro.
Isidoro, varón egregio, natural de
Cartagena. Hijo de Severiano. Obispo
de la iglesia hispalense, Fue hermano y
sucesor del obispo Leandro. Varón este
beatísimo, dedicado desde la infancia a
los estudios de las letras latinas, griegas
y hebreas”.
El santo está representado vestido de
obispo, con mitra y báculo, ya santificado
con nimbo, y en actitud de bendecir.
(Fig. 1)
La otra imagen es el relieve de la
Portada del Cordero de la, ya citada,
Colegiata de San Isidoro, de la primera
mitad del siglo XII. El santo aparece
sentado, con ropajes de obispo y mitra,
en actitud de bendecir, y santificado con
nimbo, haciendo pareja con San Pelayo,
antiguo patrono del templo (Fig. 2).
2. El Pendón de San Isidoro del cerco
de Baeza.
Está en el museo de la Real Colegiata.
Formado por un bordado multicolor
en seda y oro, sobre damasco rojo. Probablemente
es del siglo XII o XIII, aunque
hay autores, como Montaner, que
opinan que debe ser del XIV, por la
tipología de la cruz y de las espadas8.
La pieza ha sufrido restauraciones, la
tela del soporte ha sido sustituida, de
manera que el damasco rojo actual se
cree que es de finales del siglo XIX. El
bordado es doble, cosido por las dos
caras a la tela de fondo.
Lo que caracteriza a esta pieza es
que reproduce la efigie de San Isidoro a
caballo, vestido de pontifical, con mitra en la cabeza, y con una cruz litúrgica
“flordelisada” en una mano y una espada
en la otra. Las figuras del anverso y
del reverso son idénticas, cambiando de
mano la cruz y la espada (Fig. 7).
Según Montaner, hay 4 “bloques gráficos”
en el pendón:
- La efigie del obispo a caballo.
- Un brazo armado de una espada
que surge de una nube acompañado de
una estrella de ocho puntas.
- Castillos y leones alternados.
- Un escudo cuartelado de Castilla y
León.
Para este autor, la disposición de
estos elementos en el pendón original
sería distinta, proponiendo una reconstrucción
del original consistente en una
bandera rectangular con los distintos
elementos distribuidos de la siguiente
forma:
- En el ángulo superior: la espada –
nube y la estrella.
- Debajo: un escudo cuartelado de
Castilla y León.
- Centro: el santo a caballo.
- Parte derecha: castillos y leones alternados.
Reconstrucción del original
En el Pendón de Baeza, se nos presenta
una de las iconografías más características
de san Isidoro, vinculada a la
ciudad de León, como un obispoguerrero,
imagen que no deja de parecernos
insólita, ya que no concuerda
con el carácter intelectual del santo.
Como se ha dicho, junto con Santiago,
se le asigna el papel de santo guerrero
protector de los cristianos en la Reconquista.
3. San Isidoro y San Leandro, de Murillo.
Si acabamos de ver a San Isidoro
como santo-guerrero, en esta iconografía,
que comparte con San Leandro,
tenemos el modelo opuesto, el de obispos
intelectuales y doctores de la Iglesia.
Aunque no pertenecientes a la época
medieval, son sin duda unas iconografías
paradigmáticas de ambos Santos
en este sentido (Figs. 12 y 13).
Esta pareja de pinturas, que forman
un conjunto inseparable, fueron realizadas
por Bartolomé Esteban Murillo para
la Sacristía de la Catedral de Sevilla, en
la que aún permanecen frente a frente en
los muros de ese espacio privilegiado.
Fueron encargados al pintor en 1655,
por el canónigo de la Catedral y arcediano
de Carmona don Juan Federigui, según consta en la Actas del Cabildo de
la Catedral de Sevilla, instalándose, el
mes de agosto de dicho año en la Sacristía.
El rostro del San Isidoro es en realidad
el retrato del licenciado Francisco
López Talabán, eclesiástico vinculado
al Cabildo de la Catedral que falleció
justamente el año en que se ejecutó las
pinturas. El de San Leandro, representa
al licenciado Alonso de Herrera, apuntador
en el coro de la Catedral. Al tratarse
de retratos veraces de personas
vinculadas a la Catedral, constituirían
un ejemplo de los denominados retratos
“a lo divino”.
Pensadas para ser vistas en lo alto de
las paredes de la Sacristía, “di sotto in
sú”, son obras ejecutadas con brío, de
gran viveza en la ejecución, con una
pincelada pastosa y fluida, de la mejor
época del gran pintor barroco sevillano.
San Isidoro está en actitud serena y
concentrada, no mira al espectador, sentado
en un interior, cerrado al fondo por
un aparatoso cortinaje rojo. Con una de
sus manos sujeta el báculo de obispo, y
con la otra un libro que alude a su condición
de escritor, alusión que se ve
reforzada por la presencia, sobre una
mesa cubierta con un tapete oscuro, de
dos volúmenes en cuyos lomos figura
escrito el título de dos de las obras escritas
por el santo: “ETYMOLOGIE” y
“ DE SUMMO BONO”
San Leandro aparece también en actitud
sedente en un interior, cerrado al
fondo por un cortinaje rojo. La solemne
figura del santo destaca por sus vestiduras
blancas. Su rostro conecta directamente
con el espectador, nos mira y
revela una intensa expresividad anímica
que traduce la incansable lucha que
mantuvo contra la herejía arriana, visualizada
en la obra por medio de un pergamino
que sostiene en sus manos, en
donde se lee la frase siguiente: “CREDITE
O GOTHI CONSUBSTANTIALEM
PATRI”, con la que defiende la
consubstancialidad entre el Padre y el
Hijo.
Conclusión
Hemos encontrado una iconografía
muy rica y abundante en relación a San
Isidoro y San Leandro, correspondiente
a distintas épocas y estilos artísticos, y
en todo tipo de materiales y soportes.
No obstante, de los dos Santos Hermanos,
el más representado de forma individual,
es sin duda San Isidoro, mientras
que a San Leandro se le representa preferentemente
en compañía de su hermano.
Hay una clara vinculación de ambos
a la ciudad de Sevilla y, en menor medida
a la de Cartagena, mientras que la
vinculación a León es exclusiva de San
Isidoro.
Con respecto a los tipos iconográficos,
podríamos resumirlos en dos:
1- Como obispos y Padres de la Iglesia,
con los atributos anteriormente descritos.
2- Exclusivamente con San Isidoro,
como soldado de Cristo y “batallador”,
tal y como participó en la batalla de
Baeza.
Francisco Hernández Sánchez.
Licenciado en Historia del Arte
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